Jesús, gritó con fuerte voz: «¡Lázaro, sal fuera!»
Muchos de los judíos que habían venido a casa de María, viendo lo que había hecho, creyeron en él.
Hoy quiero fijarme en el impresionante cuadro del gran pintor italiano Caravaggio, “La resurrección de Lázaro”. Data de 1609. Es un óleo sobre lienzo, de estilo Barroco italiano, de dimensiones 380 x 275 cm. Actualmente se encuentra en el Museo Nacional de Mesina, Italia.
En “La resurrección de Lázaro”, el cuerpo del muerto está aún putrefacto, pero al sentir la mano del Mesías, la vida vuelve a su ser.
Lázaro de Betania es, junto con La hija de Jairo y el hijo de la viuda de Naín, es una de las tres personas que Jesús devuelve a la vida.
Tiene como motivo la historia evangélica (Juan 11) de la resurrección de Lázaro de Betania, presentado como un amigo de Jesucristo. Varias veces aparecen en los Evangelios visitas de Jesús a la casa de Lázaro, donde transcurre la historia de Marta y María. En la última de estas visitas, Jesús llega cuando Lázaro ya está muerto y sepultado.
Jesús hace abrir el sepulcro, y a una orden suya, Lázaro resucita.
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• Detalles del cuadro:
• Michelangelo Merisi da Caravaggio (Milán, 29 de septiembre de 1571 – Porto Ércole, 18 de julio de 1610) fue un pintor italiano activo en Roma, Nápoles, Malta y Sicilia entre los años de 1593 y 1610. Es considerado como el primer gran exponente de la pintura del Barroco.
Lamentablemente, muchos de los cuadros que Caravaggio pintó en su etapa final se encuentran bastante deteriorados. En este caso, los pigmentos se oxidaron rápidamente, dando al cuadro un tono rojizo oscuro que nos impide apreciar las casi treinta figuras pintadas en él. Se cree que los modelos para los personajes fueron empleados del Hospital de la Cruz en Messina, para el que se realizó la obra. Fue un encargo de Giovanni Battista de Lazzari, en cuyo honor se eligió el tema de la resurrección de Lázaro. El punto más destacable de la composición es el milagro, apreciable en dos detalles conmovedores. El primero es el acto en sí de la resurrección del muerto: Cristo ordena imperativamente con el brazo en escuadra que Lázaro se levante y camine. Lázaro, exánime entre los brazos de sus hermanas, aún está a medio camino entre la vida y la muerte, por lo que mientras su cuerpo y su cabeza caen pesadamente, su mano responde intuitivamente al señor, alzándose hacia la luz. Esta luz sería el segundo detalle que manifiesta el milagro: si observamos los rostros de dos de los enterradores, ambos están sorprendidos ante la presencia de lo natural, que no está en Cristo sino en la luz misteriosa que proviene de su espalda.
• Juan 11, 1-45:
1. Había un cierto enfermo, Lázaro, de Betania, pueblo de María y de su hermana Marta.
2. María era la que ungió al Señor con perfumes y le secó los pies con sus cabellos; su hermano Lázaro era el enfermo.
3. Las hermanas enviaron a decir a Jesús: «Señor, aquel a quien tú quieres, está enfermo.»
4. Al oírlo Jesús, dijo: «Esta enfermedad no es de muerte, es para la gloria de Dios, para que el Hijo de Dios sea glorificado por ella.»
5. Jesús amaba a Marta, a su hermana y a Lázaro.
6. Cuando se enteró de que estaba enfermo, permaneció dos días más en el lugar donde se encontraba.
7. Al cabo de ellos, dice a sus discípulos: «Volvamos de nuevo a Judea.»
8. Le dicen los discípulos: «Rabbí, con que hace poco los judíos querían apedrearte, ¿y vuelves allí?»
9. Jesús respondió: «¿No son doce las horas del día? Si uno anda de día, no tropieza, porque ve la luz de este mundo;
10. pero si uno anda de noche, tropieza, porque no está la luz en él.»
11. Dijo esto y añadió: «Nuestro amigo Lázaro duerme; pero voy a despertarle.»
12. Le dijeron sus discípulos: «Señor, si duerme, se curará.»
13. Jesús lo había dicho de su muerte, pero ellos creyeron que hablaba del descanso del sueño.
14. Entonces Jesús les dijo abiertamente: «Lázaro ha muerto,
15. y me alegro por vosotros de no haber estado allí, para que creáis. Pero vayamos donde él.»
16. Entonces Tomás, llamado el Mellizo, dijo a los otros discípulos: «Vayamos también nosotros a morir con él.»
17. Cuando llegó Jesús, se encontró con que Lázaro llevaba ya cuatro días en el sepulcro.
18. Betania estaba cerca de Jerusalén como a unos quince estadios,
19. y muchos judíos habían venido a casa de Marta y María para consolarlas por su hermano.
20. Cuando Marta supo que había venido Jesús, le salió al encuentro, mientras María permanecía en casa.
21. Dijo Marta a Jesús: «Señor, si hubieras estado aquí, no habría muerto mi hermano.
22. Pero aun ahora yo sé que cuanto pidas a Dios, Dios te lo concederá.»
23. Le dice Jesús: «Tu hermano resucitará.»
24. Le respondió Marta: «Ya sé que resucitará en la resurrección, el último día.»
25. Jesús le respondió: «Yo soy la resurrección El que cree en mí, aunque muera, vivirá;
26. y todo el que vive y cree en mí, no morirá jamás. ¿Crees esto?»
27. Le dice ella: «Sí, Señor, yo creo que tú eres el Cristo, el Hijo de Dios, el que iba a venir al mundo.»
28. Dicho esto, fue a llamar a su hermana María y le dijo al oído: «El Maestro está ahí y te llama.»
29. Ella, en cuanto lo oyó, se levantó rapidamente, y se fue donde él.
30. Jesús todavía no había llegado al pueblo; sino que seguía en el lugar donde Marta lo había encontrado.
31. Los judíos que estaban con María en casa consolándola, al ver que se levantaba rápidamente y salía, la siguieron pensando que iba al sepulcro para llorar allí.
32. Cuando María llegó donde estaba Jesús, al verle, cayó a sus pies y le dijo: «Señor, si hubieras estado aquí, mi hermano no habría muerto.»
33. Viéndola llorar Jesús y que también lloraban los judíos que la acompañaban, se conmovió interiormente, se turbó
34. y dijo: «¿Dónde lo habéis puesto?» Le responden: «Señor, ven y lo verás.»
35. Jesús se echó a llorar.
36. Los judíos entonces decían: «Mirad cómo le quería.»
37. Pero algunos de ellos dijeron: «Este, que abrió los ojos del ciego, ¿no podía haber hecho que éste no muriera?»
38. Entonces Jesús se conmovió de nuevo en su interior y fue al sepulcro. Era una cueva, y tenía puesta encima una piedra.
39. Dice Jesús: «Quitad la piedra.» Le responde Marta, la hermana del muerto: «Señor, ya huele; es el cuarto día.»
40. Le dice Jesús: «¿No te he dicho que, si crees, verás la gloria de Dios?»
41. Quitaron, pues, la piedra. Entonces Jesús levantó los ojos a lo alto y dijo: «Padre, te doy gracias por haberme escuchado.
42. Ya sabía yo que tú siempre me escuchas; pero lo he dicho por estos que me rodean, para que crean que tú me has enviado.»
43. Dicho esto, gritó con fuerte voz: «¡Lázaro, sal fuera!»
44. Y salió el muerto, atado de pies y manos con vendas y envuelto el rostro en un sudario. Jesús les dice: «Desatadlo y dejadle andar.»
45. Muchos de los judíos que habían venido a casa de María, viendo lo que había hecho, creyeron en él.
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