Aprovechando que se va acercando el 500 aniversario del nacimiento de Santa Teresa, que se celebra en el 2015, hoy traigo tres cartas de Santa Teresa de Jesús y una breve biografía suya.
[Teresa de Cepeda y Ahumada (Ávila, 28 de marzo de 1515 – Alba de Tormes, 4 de octubre de 1582)].
A día de hoy, se calcula que se conservan 482 cartas, de las cuales 269 son autógrafas. La Biblioteca Nacional cuenta en sus fondos manuscritos con tres de los tesoros autógrafos de la Santa, además de poseer los volúmenes originales que Palafox utilizó para imprimir las epístolas de la madre de Ávila.
En su largo epistolario, aún por descubrir en muchos aspectos, Teresa de Ávila da rienda suelta a su lado más humano y nos brinda una escritura natural y llana, pero que no olvida, sin embargo, al interlocutor que se esconde al otro lado del canal. Así, la suntuosidad y la retórica de las cartas se mueve al vaivén del Vuestra Merced que ocupa el rol de lector en este laberinto epistolar. Laberinto puesto que, lejos de conformar una comunicación bidireccional, las cartas de Santa Teresa de Jesús se vuelven extensivas a toda una red de personajes, que de uno a otro nos ayudan a (re)construir –siguiendo un interminable hilo de Ariadna– una radiografía del devenir existencial –de esa peculiar suma de espiritualidad, literatura y vida– de Teresa de Ahumada.
(Texto procedente de: http://www.edobne.com/manuscrtcao/cartas-de-santa-teresa/)
Las tres cartas en cuestión se dirigen a:
• Don Álvaro de Mendoza, obispo de Ávila.
• Isabel de Osorio, amiga de Teresa de Jesús y aspirante a monja.
• Jerónimo Gracián, el protegido por excelencia de la madre carmelita.
1. CARTA A DON ÁLVARO DE MENDOZA
“Alguno sea tenido, en especial todas estas hermanas besan las manos de Vuestra Señoría muchas veces. Habrá un año estuvimos esperando vernía Vuestra Señoría aquí a ver a mi señora doña María que nos lo certificó el señor don Bernaldino y estábamos harto alegres. No lo quiso nuestro Señor. Plega a Su Majestad a donde no ha de tornar a haber ausencia vea yo a Vuestra Señoría.
Los salterios se rezaron este año el mismo día y ansí se hará siempre con mucha voluntad. Nuestro Señor tenga a Vuestra Señoría siempre de su mano y le guarde muchos años para su mayor servicio. El señor fray García está muy bueno, gloria a Dios. Siempre nos hace merced y cada día más siervo suyo. Tomó un oficio que le mandó el provincial de maestro de novicios que para su autoridad era cosa bien baja; aunque no se le dio sino porque su espíritu y virtud aprovechase a la orden, criando aquellas almas conforme él.
Tomole con tanta humildad que ha edificado mucho. Tiene harto trabajo. Son hoy seis días de julio.
Indina sierva de Vuestra Señoría,
Teresa de Jesús
Ame de hacer Vuestra Señoría merced de despachar con brevedad a este padre. Podrá ser que carta de Vuestra Señoría sirva. San Juan de la Cruz que se preparaba para inaugurar el convento de Duruelo, Ávila.”
• Carta de Santa Teresa de Jesús a don Álvaro de Mendoza. Medina del Campo, 6 julio 1568:
2. CARTA A ISABEL DE OSORIO.
“La gracia del Señor sea con Vuestra Merced, Señora mía.
Yo llegué aquí a Toledo, la víspera de Ramos, y aunque era treinta leguas de donde vine, no traje cansancio sino más salud que suelo. Después acá he tenido más bien poca: creo no será nada.
Heme holgado mucho de las nuevas que aquí me han dado de la mejoría de Vuestra Merced. Una carta suya había recibido a donde me dice Vuestra Merced, que no han bastado los males para quitar el buen propósito que tenía: sea Dios por todo alabado. Espero en su majestad, que cuando Vuestra Merced esté del todo buena, para ponerlo en obra, estará hecho lo que yo a Vuestra Merced he dicho; y cuando no lo estuviese, se dará otra orden para que vuestro santo deseo de Vuestra Merced, no se deje de efectuar.
Tengo por cierto, si Dios me da salud, que antes de mucho pasaré por ese lugar de Madrid, aunque querría no lo supiese nadie. No sé qué orden tengamos para verme con Vuestra Merced, que yo le daré aviso a donde poso: Vuestra Merced me lo escriba, y no olvide de encomendarme a Nuestro Señor, y dar mis saludos al Padre Valentín, aunque a ninguno quiero dé Vuestra Merced, noticia de esta mi ida por ahí.
Dícenme estará ahí presto, si no lo está ya, un Provincial que ahora han hecho en esa provincia de la Compañía. Sepa Vuestra Merced que es de los mayores amigos que tengo: hame confesado algunos años. Procure Vuestra Merced hablarle que es un Santo y hacerme merced en viniendo darme esa carta mía en su mano, que no sé por dónde la pueda guiar mejor. Guíe nuestro señor a vuestra merced en todas sus cosas, amén.
A nuestra hermana Inés de la Encarnación hallé tan gorda, que me ha espantado y consolado verla tan gran sierva de Dios. Él la tenga de su mano. En la obediencia tiene extremos grandes y en toda, virtud.
Indina sierva de Vuestra Merced,
Teresa de Jesús
El Padre Prior quedó bueno: ya le di el recaudo de Vuestra Merced. Débelo mucho. Suplico Vuestra Merced, procure respuesta de esa carta y me la envíe muy a recaudo que importa. Son hoy VIII de Abril.”
• Carta de Santa Teresa de Jesús a doña Isabel Osorio. Toledo, 8 de abril de 1580:
3. CARTA DE SANTA TERESA DE JESÚS A JERÓNIMO GRACIÁN.
“El Espíritu Santo guíe a Vuestra Merced y le dé luz y su virgen le acompañe. Yo le digo que creo ha de ser menester aprovecharse de los menos culpados de esos para que ejecuten lo que Vuestra Paternidad ordenare. Ese provincial, si no hubiera andado tan desbaratado, no era mal verdugo. Mucho más ánimo tengo ahora que estotravez. Sepa que está aquí mi buen amigo Salazar, que no más que le escribí tenía necesidad de hablarle: ha rodeado hartas leguas, amigo es de veras. Mucho me he holgado con él y dice que el ángel mayor está muy contento de tener sobrina entre las mariposas, y que las tiene en mucho; y él le ha dicho de las águilas y no acaba de loarlas.
La priora y estas hermanas dicen mucho: harto le encomiendan a Vuestra Paternidad a Dios. La mi Isabel está muy bonita. Esta carta lea de mi señora doña Juana: con su merced me consolaré aunque es terrible mortificación para mí no haber en esta casa aparejo para lo que manda. Más, ¿cómo aviso a ese Roque de mis cartas? Que ya vio que es el nombre que yo quería saber. Perdone la largura de esta, que he descansado, y vaya Dios con Vuestra Paternidad.
Fue ayer día de Nuestra Señora: hoy llegó Alonso.
Indina hija,
Teresa de Jesús
Rodrigo Álvarez me ha escrito y mucho de Vuestra Paternidad: no los deje de comunicar, como suele, por caridad.”
• Breve biografía de Santa Teresa de Avila:
Nace en Ávila el 28 de Marzo de 1515, en la casa señorial de Don Alonso Sánchez de Cepeda y Doña Beatriz Dávila de Ahumada. Eran 10 los hermanos de Teresa y 2 los hermanastros, pues su padre tuvo dos hijos en un matrimonio anterior.
Es bautizada el 4 de Abril del mismo año.
Desde muy pequeña manifestó interés por las vidas de los santos y las gestas de caballería. A los 6 años llegó a iniciar una fuga con su hermano Rodrigo para convertirse en mártir en tierra de moros, pero fue frustrada por su tío que los descubre aún a vista de las murallas. Juegan entonces a ser ermitaños haciéndose una cabaña en el huerto de la casa.
Reina entonces en España un espíritu de aventura y conquista: parten guerreros a Flandes, conquistadores a América, y la literatura vive de este espíritu. En manos de Teresa caen algunos de estos libros y entonces ella sueña con ser una de las damas que se acicalan y perfuman para sus galanes ilustres. El coqueteo le gusta, pues encuentra además la complicidad de sus primas y la corteja un primo suyo.
Su madre muere en 1528 contando ella 13 años, y pide entonces a la Virgen que la adopte hija suya. Sin embargo sigue siendo “… enemiguísima de ser monja,” (Vida 2,8), y al ver su padre con malos ojos su relación con su primo, decide internarla en 1531 en el colegio de Gracia, regido por agustinas, donde ella echará de menos a su primo pero se encontrará muy a gusto.
A medida que se hace mayor, la vocación religiosa se le va planteando como una alternativa, aunque en lucha con el atractivo del mundo.
Su hermano Rodrigo parte a América, su hermana María al matrimonio y una amiga suya ingresa en La Encarnación. Con ella mantendrá largas conversaciones que la llevan al convencimiento de su vocación, ingresando, con la oposición de su padre, en 1535.
Dos años después, en 1537, sufre una dura enfermedad, que provoca que su padre la saque de la Encarnación para darle cuidados médicos, pero no mejora y llega a estar 4 días inconsciente, todo el mundo la da por muerta. Finalmente se recupera y puede volver a La Encarnación dos años después en 1539, aunque tullida por las secuelas, tardará en valerse por sí misma alrededor de 3 años.
Muere su padre en 1544.
La vida conventual era entonces muy relajada con cerca de 200 monjas en el monasterio y gran libertad para salir y recibir visitantes. Teresa tenía un vago descontento con este régimen tan abierto, pero estaba muy cómoda en su amplia celda con bonitas vistas, y con la vida social que le permitían las salidas y las visitas en el locutorio.
En la cuaresma del año 1554, contando ella 39 años y 19 como religiosa llora ante un Cristo llagado pidiéndole fuerzas para no ofenderle. Desde este momento su oración mental se llena de visiones y estados sobrenaturales, aunque alternados siempre con periodos de sequedad.
Aunque recibe muchas visiones y experiencias místicas elevadas, es una visión muy viva y terrible del infierno la que le produce el anhelo de querer vivir su entrega religiosa con todo su rigor y perfección, llevándola a la reforma del Carmelo y la primera fundación.
Esta primera fundación será una aventura burocrática y humana con muchos altibajos: su confesor aprueba un día y reprueba otro, el Provincial apoya con entusiasmo, para luego retirarse, y el Obispo que nunca había dudado de Santa Teresa, llegado el momento titubea. En un momento parece que todo fracasa y Teresa, siempre obediente, se retira a su celda sin nada poder hacer, aunque Doña Guiomar de Ulloa y el Padre Ibáñez logran de Roma la autorización.
Por obediencia parte entonces a Toledo varios meses, para consolar a la viuda Luisa de la Cerda. Esta distancia favorecerá los progresos del monasterio de San José de Ávila, que progresan a escondidas, a pesar de los rumores. Regresará para encontrarse con el breve del Papa.
Fundado el 24 de Agosto de 1562, encuentra una terrible hostilidad, proveniente de la Iglesia que ve ninguneada su autoridad, se alzan algunas voces pidiendo el derribo del nuevo convento, toda la ciudad está alborotada, y Teresa debe abandonarlo dejando a las cuatro novicias solas, para volver a su celda de La Encarnación. Sólo se podrá incorporar un año después de su fundación, dejando la celda amplia y las comodidades de La Encarnación por las estrecheces de San José de Ávila, pequeño y austero hasta el extremo.
Por mucho tiempo parece que la fundación de la nueva orden tendría sólo este monasterio, hasta que Teresa vuelve a llorar al saber que las necesidades de misiones en América son importantes. Escucha entonces en oración: “…Espera un poco hija, y verás grandes cosas.”, y poco después le llegan instrucciones y autorización para fundar más conventos.
Comienza aquí una intensa actividad de Santa Teresa que sólo termina con su muerte, en la que compaginará el gobierno de su orden, con las fundaciones de nuevos conventos y la redacción de sus libros, sin perder nunca el buen ánimo ni la esperanza, en la confianza de que no era su voluntad lo que estaba cumpliendo y que le llegarían los apoyos que necesitara, como así fue en todo momento.
Fundó en total 17 conventos: Ávila (1562), Medina del Campo (1567), Malagón (1568), Valladolid (1568), Toledo (1569), Pastrana (1569), Salamanca (1570), Alba de Tormes (1571), Segovia (1574), Beas de Segura (1575), Sevilla (1575), Caravaca de la Cruz (1576), Villanueva de la Jara (1580), Palencia (1580), Soria (1581), Granada (1582) y Burgos (1582), en el año de su muerte.
La fundación de Granada la hizo Ana de Jesús, aunque en vida de la Santa, por lo que no siempre aparece en las enumeraciones.
A estos conventos hay que sumar el primero del Carmelo masculino que funda con San Juan de la Cruz en Duruelo (1567). Santa Teresa conoció a San Juan de la Cruz en Medina del Campo contando ella 52 años y él 24, y le convenció para unirse a la reforma, olvidando sus planes de retirarse a la cartuja de El Paular.
Regresando de la fundación de Burgos, hace parada en Medina del Campo, pero es requerida en Alba de Tormes por la Duquesa de Alba. Está enferma y agotada. Muere en brazos de Ana de San Bartolomé la noche del 4 de Octubre al 15 de Octubre de 1582 (y esto por coincidir con el cambio del calendario Juliano al Gregoriano).
Muere sin haber publicado ninguna de sus obras, sin haber logrado fundar en Madrid (a pesar de su ilusión), sin haber separado la orden de descalzos de la de calzados y con dudas sobre si sus monasterios se podrían mantener con el espíritu que ella infundió.
Teresa escribió muy poco por iniciativa suya, muchas cartas, alguna poesía y anotaciones. Pero sus obras maestras son fruto de la obediencia a sus superiores, que veían el interés de que escribiera sus experiencias y enseñanzas. Y así comienza todos sus escritos mayores aceptando su encargo con obediencia, pero con notable esfuerzo por su parte.
Escribir le supone un esfuerzo importante, lo hace, en ocasiones, ocupando la otra mano con la rueca, tal y como ella explica: “… casi hurtando el tiempo y con pena porque me estorbo de hilar y por estar en casa pobre y con hartas ocupaciones” (Vida 10,7)
La Inquisición vigiló muy de cerca sus escritos temiendo textos que incitaran a seguir el cisma iniciado en Europa, o se alejaran en algún punto de la recta doctrina. Muchos de sus textos están autocensurados, temiendo esta vigilancia. Su manuscrito “Meditaciones Sobre El Cantar de los Cantares” lo quemó ella misma por orden de su confesor, en una época en que estaba prohibida la difusión de las Sagradas Escrituras en romance.
Su vida es fiel reflejo de lo que avisaba a sus monjas: que las gracias recibidas en la oración son para darnos fuerza en servir a los demás. Aunque Teresa es conocida por lo elevado de las gracias místicas y visiones que recibe, su oración no la aparta del mundo, sino que hace que se entregue con especial fuerza y respaldo a las obras que le son encomendadas sufriendo en viajes, discusiones y continuas trabas, burlas y desplantes de sus contemporáneos.
Fue beatificada por Pablo V en 1614, canonizada por Gregorio XV en 1622, y nombrada doctora de la Iglesia Universal por Pablo VI en 1970. La primera mujer de las tres actuales doctoras de la Iglesia. Las otras son Santa Catalina de Siena y otra carmelita descalza: Santa Teresita del Niño Jesús.
(Texto procedente de: http://www.santateresadejesus.com/)
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