Siguiendo con el libro “VEN, SE MI LUZ.” – LAS CARTAS PRIVADAS DE LA «SANTA DE CALCUTA», hoy traigo el capítulo 1, junto a algunas fotos de la Madre Teresa. Espero que os guste.
CAPÍTULO 1:
«PON TU MANO EN SU MANO, Y CAMINA SOLA CON ÉL»
Misionera
¡Jesús, por Ti y por las almas!
MADRE TERESA
«Pon tu mano en Su mano [la de Jesús] y camina sola con Él. Camina hacia delante, porque si miras atrás volverás.»(1) Estas palabras de despedida de su madre se grabaron en el corazón de Gonxha Agnes Bojaxhiu, la futura Madre Teresa, al dejar su hogar en Skopje para comenzar su vida como misionera a los dieciocho años. El 26 de septiembre de 1928 viajó a Irlanda para entraren el Instituto de la Bienaventurada Virgen María (las Hermanas de Loreto), una congregación de religiosas, no de clausura, dedicadas principalmente a la educación. Ella había pedido ir a las misiones de Bengala. Semejante aventura exigía gran fe y valentía, ya que ella y su familia sabían bien que «en esa época, cuando los misioneros se iban a las misiones, nunca regresaban». (2)
A pesar de lo joven que era, Gonxha había necesitado seis años para decidir sobre su vocación. Creció en una familia que fomentaba la piedad y la devoción y en una fervorosa comunidad parroquial que contribuyó también a su formación religiosa. En este entorno, según revelaría más tarde Madre Teresa, se sintió por primera vez llamada a consagrar su vida a Dios:
“Yo sólo tenía doce años entonces […] En esta época, fue cuando supe por primera vez que tenía vocación hacia los pobres […] en 1922. Yo quería ser misionera, yo quería ir y dar la vida de Cristo a la gente de los países demisión. […] Al principio, entre los doce y los dieciocho años yo no quería ser religiosa. Éramos una familia muy feliz. Pero cuando tuve dieciocho años, decidí dejar mi hogar para hacerme religiosa, y desde entonces, en estos cuarenta años, nunca he dudado ni siquiera un segundo de haber hecho lo correcto; era la voluntad de Dios. Era Su elección.” (3)
Por lo tanto su decisión no fue un capricho de juventud, sino más bien una elección razonada, fruto de su profunda relación con Jesús. Muchos años después ella desvelaría, «desde mi infancia el Corazón de Jesús ha sido mi primer amor». (4)
Hizo clara su determinación en su carta de solicitud a la superiora de las religiosas de Loreto:
“Reverenda Madre Superiora, Sea tan amable de escuchar mi sincero deseo. Quisiera entrar en su Congregación, con el fin de llegar a ser un día una hermana misionera y trabajar por Jesús que murió por todos nosotros. He terminado el quinto curso de la escuela secunda-30ria; hablo albanés, que es mi lengua materna, y serbio*; conozco un poco el francés, no sé nada de inglés, pero espero que Dios me ayude a aprender lo poco que necesito y entonces empezaré inmediatamente en estos días a practicarlo. No tengo otro requisito especial, sólo quiero estar en las misiones y todo lo demás lo dejo completamente a la disposición del buen Dios.
En Skopje, 28-VI-1928
Gonda Bojadijevic**”
* Aquí, por «serbio» Gonxha se refiere al «serbocroata», lengua que se enseñaba en la escuela.
** Gonxha Bojaxhiu a la superiora general de Loreto, 28 de junio de 1928. El nombre de bautismo de Madre Teresa es Gonxha Agnes Bojaxhiu. Sin embargo, como su carta a la superiora general fue escrita en serbocroata, firmó en esa lengua (práctica común en Skopje en esa época): Gonda Bojadijevic.
Una gracia excepcional que había recibido en el día de su Primera Comunión, había avivado su deseo de dar este paso audaz hacia lo desconocido: «Desde los cinco años y medio—cuando Le recibí [a Jesús] por primera vez—el amor por las almas ha estado en mí.— Creció con los años—hasta que llegué a la India—con la esperanza de salvar muchas almas.»(5)
Navegando por el mar Mediterráneo, la apasionada y joven misionera escribió a sus seres queridos:
«Rezad por vuestra misionera, para que Jesús la ayude a salvar cuantas almas inmortales sea posible de la oscuridad, de la incredulidad.» (6)
Su esperanza de llevar luz a los que estaban en oscuridad llegaría a hacerse realidad, aunque de un modo que ella no podía ni imaginar mientras viajaba a su escogida tierra de misión.
Durante el viaje por mar, en momentos de soledad y de silencio, cuando la alegría y el dolor se mezclaban en su corazón, la Hermana Teresa (así llamada a partir de su ingreso en la Congregación de Loreto, en honor de Santa Teresa de Lisieux),* reunió sus sentimientos en un poema:
ADIÓS**
Dejo mi querido hogar
Y mi amada tierra natal,
A la cálida Bengala voy,
A un lejano, distante lugar.
Dejo a mis viejos amigos
Abandono familia y hogar,
Mi corazón me impulsa,
A servir a mi Cristo.
Adiós, oh madre querida
Y, a todos vosotros, adiós,
Una fuerza mayor me empuja
Hacia la tórrida India […]
El barco avanza lentamente,
Surcando las olas del mar,
Mis ojos por última vez observan
Las queridas orillas europeas.
Valiente, en la cubierta del barco
De plácido, feliz semblante
Está la pequeña,
La nueva prometida de Cristo.
En su mano una cruz de hierro
De la que cuelga el Salvador,
El alma dispuesta ofrece
Este momento, su duro sacrificio:
«¡Oh Dios, acepta este sacrificio
Como signo de mi amor,
Ayuda a Tu criatura,
A glorificar Tu nombre!
A cambio sólo Te pido,
Oh, nuestro buenísimo Padre,
Dame al menos un alma
Una que Tú ya conoces.»
Y pequeñas, puras como rocío estival
Fluían suavemente las cálidas lágrimas,
Confirmando y consagrando
El duro sacrificio, ahora ofrecido.
* Carmelita de Lisieux, conocida como «Santa Teresita», nacida en Alencon, Francia, el 2 de enero de 1873; murió en Lisieux el 30 de septiembre de 1897. Era la patrona de Madre Teresa.
** El poema fue escrito en serbocroata, lengua que Gonxha dominaba como ciudadana de Yugoslavia. En cada estrofa la primera línea rima con la tercera y la segunda con la cuarta. La lengua era tan rica que los editores de la revista consideraron necesario añadir una nota a pie de página a una de las palabras que utilizaba puesto que no creían que un lector medio pudiera conocerla.
El 6 de enero de 1929, después de un viaje de cinco semanas, la Hermana Teresa llegó a Calcuta. En una carta que envió a sus amigos en Skopje, comparte sus primeras impresiones de la ciudad que llegaría a estar unida para siempre a su nombre:
“El 6 de enero, por la mañana, navegamos desde el mar hasta el río Ganges, también llamado el «Río Sagrado». En el camino pudimos ver de cerca nuestra nueva patria Bengala.
La naturaleza es maravillosa. En algunos lugares se ven casitas preciosas, pero para el resto, sólo cabañas alineadas bajo los árboles. Viendo todo esto, deseamos estar, lo antes posible, entre ellos. Hemos sabido que aquí hay muy pocos católicos. Cuando el barco llegó a la orilla cantamos en nuestras almas el Te Deum.*
Nuestras hermanas de la India nos esperaban allí, con una alegría indescriptible, pisamos por primera vez el suelo de Bengala. En la capilla del convento primero dimos gracias a nuestro querido Salvador por la gran gracia de habernos traído sanas y salvas a la meta anhelada. Nos quedaremos aquí una semana y luego iremos a Darjeeling, donde permaneceremos durante nuestro noviciado. Recen mucho por nosotras para que seamos misioneras buenas y valientes.” (7)
* El «Te Deum» es un himno tradicional de alegría y canto de alabanza en acción de gracias a Dios y se usa en la liturgia de la Iglesia. El título deriva del texto original latino “Te Deum Laudamus” que quiere decir «A Ti, oh Dios, Te alabamos».
Poco después de su llegada a Calcuta, la Hermana Teresa fue enviada a Darjeeling para continuar su formación. En mayo empezó el noviciado, un período de dos años de iniciación a la vida religiosa que precede a la primera profesión de los votos. El primer año se concentraba en la formación espiritual de la candidata, enfatizando en la oración y en la espiritualidad de la orden, mientras que en el segundo año se insistía en la misión del instituto y se ofrecía alguna práctica en sus obras apostólicas. Habiendo acabado su formación, hizo sus primeros votos el 25 de mayo de 1931,* prometiendo vivir una vida de pobreza, castidad y obediencia y dedicarse con particular atención a la instrucción de la juventud.
* Posteriormente renovó sus votos anualmente durante tres años y después una vez por tres años antes de ser admitida a la profesión perpetua.
Ésta fue una ocasión de inmensa alegría, ya que su anhelo de consagrarse a Dios llegó a ser una realidad. Ella le confió a una amiga:
“Si supieras lo feliz que soy como pequeña esposa de Jesús. A nadie, ni siquiera a los que disfrutan de alguna felicidad que en el mundo parece perfecta, podría yo envidiar, porque estoy gozando mi felicidad completa, incluso cuando sufro algo por mi amado Esposo.”(8)
A continuación de la profesión de sus votos, la Hermana Teresa fue asignada a la comunidad de Loreto en Calcuta y designada para enseñar en la Escuela Bengalí Médium** femenina de St. Mary.
** «Médium», se refiere a la lengua en que las clases se impartían, inglés o bengalí.
La joven religiosa se embarcó animosamente en su nueva misión, en la que continuaría (con una sola interrupción de seis meses) hasta 1948, año en que dejó la Congregación de Loreto para fundar las Misioneras de la Caridad. En una carta enviada a la revista local católica de su ciudad natal, mostraba cómo esta misión de servicio, con todas sus dificultades, era una fuente de auténtica alegría para ella, ya que le brindaba la oportunidad de imitar a Jesús y vivir en unión con Él:
“El calor de la India es sencillamente abrasador. Cuando camino, me parece que hay fuego bajo mis pies y que todo mi cuerpo está ardiendo. Cuando es más duro, me consuelo pensando que de este modo se salvan las almas y que el querido Jesús ha sufrido mucho más por ellas […]. La vida de una misionera no está sembrada de rosas, sino más bien de espinas; pero, con todo esto, es una vida llena de felicidad y alegría cuando [la misionera]piensa que está haciendo el mismo trabajo que hacía Jesús cuando estaba en la tierra y que está cumpliendo el mandamiento de Jesús: «¡Id y enseñad a todos los pueblos!»” (9)
Muchas cosas «por Jesús y por las Almas»
Después de nueve años en Loreto, la Hermana Teresa estaba acercándose a un momento muy importante de su vida, estaba a punto de hacer profesión de votos perpetuos. Sus superioras y sus compañeras ya estaban al tanto de su espíritu de oración, compasión, caridad y celo; también apreciaban su gran sentido del humor y su talento natural para la organización y el liderazgo. En todos sus quehaceres mostraba una inusual claridad mental, sentido común y valentía, como la ocasión en que ahuyentó un toro de la carretera para proteger a sus niñas o cuando consiguió hacer huir a unos ladrones que irrumpieron una noche en el convento. Sin embargo, ni sus hermanas ni sus alumnas advirtieron la magnitud de la hondura espiritual que esta religiosa trabajadora y alegre había alcanzado en medio de sus actividades diarias. Su profunda unión con Jesús, fuente de su fecundidad espiritual y apostólica, sólo la compartía con sus confesores. Así, raramente aludía a sus sufrimientos y la alegría que irradiaba a su alrededor escondía con eficacia sus tribulaciones.
En una carta al padre jesuita Franjo Jambrekovic,* el que había sido su confesor en Skopje, ella le reveló el secreto de la poderosa acción de Dios en su alma:
* Padre Franjo Jambrekovic, S. J., (1890-1969), jesuíta croata, párroco de la Parroquia del Sagrado Corazón, en Skopje, desde 1924a 1930.
“Querido Padre en Jesús,
Le agradezco de corazón su carta—realmente no la esperaba—le pido disculpas por no haberle escrito antes. Acabo de recibir la carta de la Reverenda Madre General en la cual me da el permiso para hacer mis votos perpetuos. Será el 24 de mayo de 1937. ¡Qué gran gracia! Realmente no puedo agradecer lo suficiente a Dios todo lo que ha hecho por mí. ¡Suya para el resto de la eternidad! Ahora me alegra de todo corazón haber llevado con alegría mi cruz con Jesús.10 Hubo sufrimientos—momentos cuando mis ojos estaban llenos de lágrimas—pero Le doy gracias a Dios por todo. Jesús y yo hemos sido amigos hasta ahora. Rece para que me dé la gracia de la perseverancia. Este mes empiezo mis tres meses de tercera probación. (A*)
Habrá más que suficiente [para ofrecer] por Jesús y por las almas—pero estoy tan feliz. Antes las cruces me daban miedo—se me ponía la carne de gallina sólo de pensar en el sufrimiento—pero ahora lo abrazo incluso antes de que llegue y así Jesús y yo vivimos en el amor. No piense que mi vida espiritual está sembrada de rosas—ésa es la flor que casi nunca encuentro en mi camino. Todo lo contrario, más a menudo, tengo a la «oscuridad» por compañera. Y cuando la noche se hace más espesa—y me parece que voy a terminar en el infierno—entonces simplemente me entrego a Jesús. Si Él quiere que yo vaya—estoy preparada—pero sólo con la condición de que de verdad Le haga feliz. Necesito mucha gracia, mucha fuerza de Cristo para perseverar en la confianza, en ese amor ciego que conduce sólo hacia Jesús Crucificado. Pero soy feliz—sí, más feliz que nunca. Y no desearía por nada en el mundo deshacerme de mis sufrimientos. Pero no piense que sólo sufro. Ah no—río más de lo que sufro—de modo que algunos han concluido que soy la esposa mimada de Jesús, que vive con Jesús en Nazaret—lejos del Calvario (11) […]
Rece, rece mucho por mí—realmente necesito Su amor. Perdone por hablarle tanto—pero ni yo misma sé cómo [pasó] — seguramente Jesús lo quería—para hacerle a usted rezar más por su misionera […]
Mamá me escribe con mucha regularidad—realmente me da la fuerza para sufrir con alegría. Mi partida fue sin duda el comienzo de su vida sobrenatural. Cuando vaya a Jesús, seguro que la recibirá con gran alegría. Mi hermano y mi hermana todavía están juntos—llevan una vida muy bonita. Seguro que usted está muy ocupado para pensar en escribir cartas. Pero le suplico una cosa: rece siempre por mí. Para eso no necesita un tiempo especial—porque nuestro trabajo es nuestra oración (B*) […]
Hace unos días me reí mucho—cuando vinieron a mi mente algunos incidentes de Letnica. (C*)
Qué orgullosa era yo entonces. Tampoco soy humilde ahora—pero al menos deseo llegar a serlo—y las humillaciones son mis dulces más dulces […]
Debo irme—la India es tan abrasadora como el infierno—pero sus almas son bellas y preciosas porque la Sangre de Cristo las ha rociado. Le saludo cordialmente y le pido su bendición y oraciones.
Suya en Jesús,
Hermana M. Teresa, IBVM
[Instituto de la Bienaventurada Virgen María]” (12)
(A*) La tercera probación era un período de preparación intensa para la profesión final que tenía lugar en el convento de Loreto en Darjeeling.
(B*) No quería decirle que abandonase sus oraciones formales y que solamente trabajara. Más tarde explicaría a sus hermanas: «El trabajo no es oración; la oración no es trabajo, pero debemos orar el trabajo, por Él, con Él y a Él.»
(C*) Letnica: Pueblo cercano a Skopje, a cuyo santuario de Nuestra Señora de las Montañas Negras peregrinaba la parroquia.
«La oscuridad», su compañera
Esta carta a su confesor en Skopje es el primer caso en su correspondencia donde la Hermana Teresa se refiere a la «oscuridad». Es difícil captar con precisión lo que esta palabra significaba para ella en este tiempo, pero en el futuro el término llegaría a significar un profundo sufrimiento interior, falta de consuelo sensible, sequedad espiritual, una aparente ausencia de Dios en su vida y al mismo tiempo, un doloroso anhelo de Él. Su breve descripción deja claro que la mayor parte del tiempo no disfrutaba de la luz y del consuelo de la presencia sensible de Dios, sino más bien se esforzaba en vivir por la fe, entregándose con amor y confianza a lo que Dios deseara. Había progresado tanto en ese amor que podía superar el temor del sufrimiento:(13) «ahora abrazo el sufrimiento incluso antes de que llegue, y así Jesús y yo vivimos en el amor». (14)
La oscuridad interior no es nada nuevo en la tradición de la mística católica. De hecho, ha sido un fenómeno común entre los numerosos santos que, a lo largo de la historia de la Iglesia, han experimentado lo que el místico carmelita español San Juan de la Cruz* llamaba la «noche oscura».
* San Juan de la Cruz (1542-1591), fundador español (con Santa Teresa de Avila) de los Carmelitas Descalzos, místico, poeta y Doctor de la Iglesia.
El maestro espiritual empleaba acertadamente este término para designar las dolorosas purificaciones por las que uno atraviesa antes de alcanzar la unión con Dios. Se llevan a cabo en dos fases: la «noche de los sentidos» y la «noche del espíritu». En la primera noche uno es liberado del apego a satisfacciones de los sentidos y es conducido a la oración de contemplación. Mientras que Dios comunica Su luz y amor, el alma, todavía imperfecta, es incapaz de recibirlos y los experimenta como oscuridad, dolor, sequedad y vacío. Aunque el vacío y ausencia de Dios son sólo aparentes, son una gran fuente de sufrimiento. Sin embargo, si este estado es «la noche de los sentidos» y no el resultado de la mediocridad, la pereza o la enfermedad, se continúan desempeñando las ocupaciones diarias fiel y generosamente, sin desaliento, sin preocupación por uno mismo o disturbio emocional. Aunque ya no se sienten los consuelos, hay un notable anhelo de Dios y un aumento del amor, de la humildad, de la paciencia y de otras virtudes. Tras pasar la primera noche, el alma puede entonces ser guiada por Dios a la «noche del espíritu», para ser purificada de las raíces más profundas de las imperfecciones propias. Un estado de aridez extrema acompaña esta purificación y el alma se siente rechazada y abandonada por Dios. La experiencia puede llegar a ser tan intensa que uno se siente como si se dirigiera a la perdición eterna. Esto es incluso más atroz porque uno sólo quiere a Dios y Le ama en extremo, pero es incapaz de reconocer su amor hacia Él. Las virtudes de la fe, la esperanza y la caridad son probadas severamente. La oración es difícil, casi imposible; el consejo espiritual prácticamente resulta estéril; y diversas pruebas exteriores se pueden añadir a este dolor.
Mediante esta dolorosa purificación, el discípulo es guiado hacia el total desapego de las cosas creadas y a un elevado grado de unión con Cristo, convirtiéndose en un instrumento adecuado en Sus manos y sirviéndole pura y desinteresadamente. No sorprende que la Hermana Teresa, un alma de por sí excepcional, fuera purificada en el «crisol» de estos sufrimientos místicos. Cuando optó por afrontar este dolor profundo con confianza, entrega y deseo firme de agradara Dios, mientras demostraba una fidelidad excepciona la sus deberes religiosos, ya estaba marcando el modelo para su respuesta a la prueba interior todavía más exigente que estaba por llegar.
Suya para toda la eternidad
Después de tres meses de ferviente oración y reflexión en la tercera probación, llegó la fecha tan esperada de la que había hablado en su carta al padre Jambrekovic. El 24 de mayo de 1937, con un corazón feliz y agradecido, la Hermana Teresa se acercó al altar de Dios para pronunciar su «Sí» final, entregándose a Jesús en amor esponsal para el resto de su vida. La ceremonia tuvo lugar en la capilla del convento de Darjeeling, con el arzobispo Ferdinand Périer, S. J.,* como oficiante.
* El arzobispo Périer nació el 22 de septiembre de 1875 en Araberes, Bélgica. Fue ordenado sacerdote de la Compañía de Jesús (je suitas) en 1909, consagrado obispo el 21 de diciembre de 1921 y nombrado arzobispo coadjutor de Calcuta. Sucedió al arzobispo de Calcuta el 23 de junio de 1924, y permaneció en el cargo hasta su jubilación en 1960. Falleció el 10 de noviembre de 1968.
Siguiendo la costumbre de Loreto, ahora se le llamaría «Madre Teresa». Aparte de su obvia alegría por su profesión perpetua, no había nada de extraordinario en ella como para atraer la atención del arzobispo o de cualquier otra persona. Afortunadamente, han perdurado algunas de sus disposiciones interiores en otra carta escrita al padre Jambrekovic:
“Querido Padre en Jesús,
Se acercan las fiestas de Navidad—cuando le llegue esta carta—estaremos disfrutando de la alegría del Niño Jesús. Por este motivo le envío mis sinceras felicitaciones. Que el querido Dios le conceda hacer mucho por Él y por las almas. Pídale lo mismo para su misionera. Seguramente sabe que hice mis votos perpetuos. También pensé en usted ese día; si supiera lo feliz que fui de poder, por mi propia voluntad, encender mi propio sacrificio. ¡Ahora Suya y para toda la eternidad! Seguro que no se puede imaginar a la Gonda de antes, ahora como esposa de Jesús. Pero Él ha sido siempre tan infinitamente bueno conmigo—como si hubiera querido asegurarse la posesión de mi corazón para Sí. De nuevo, le agradezco sinceramente todo lo que ha hecho por mí. La hermana Gabriela está aquí. Trabaja maravillosamente por Jesús—lo más importante es que sabe sufrir y al mismo tiempo reír. Eso es lo más importante—sufrir y reír. Me ayuda mucho—de diferentes maneras—si no fuera así, yo sola seguramente habría fallado en algo. Está siempre dispuesta a ayudarme y yo soy tan mala que me aprovecho de su bondad.
La Hermana Bernarda hace sus votos el 23 de enero de 1938. Gracias a Dios ahora todo va bien de nuevo—seguro que Jesús la ha escogido para algo especial, puesto que Él le ha dado tanto sufrimiento. Y ella es una verdadera heroína, soportando todo con valor y con una sonrisa […] Si queremos que Bengala sea para Cristo tenemos que pagar con muchos sacrificios.—Ahora realmente me alegro cuando algo no va como yo deseo—porque veo que Él quiere nuestra confianza—por eso, ante la pérdida, alabemos a Dios como si lo tuviéramos todo. Quizá Mamá le haya escrito. Está ahora con mi hermano. Son muy felices. Sólo echan de menos algo—su Gonda. Pero gracias a Dios, Mamá tiene cerca la iglesia de nuevo y puede hablar albanés. Qué feliz le hace. Mi hermana ha sido nombrada presidenta de la cofradía de Nuestra Señora para las jóvenes de la escuela secundaria. Espero que haga mucho por Jesús. Seguro que quiere alguna noticia sobre mí. Le pido una cosa, rece mucho por mí—necesito oraciones, ahora más que nunca. Quiero ser sólo toda de Jesús—de verdad y no sólo de nombre y hábito. Muchas veces esto sale al revés—y así mi reverendísimo «yo» ocupa el lugar más importante.*
Siempre la misma Gonda orgullosa. Sólo una cosa es diferente—mi amor por Jesús—yodaría todo, incluso mi propia vida, por Él. Suena bonito pero en realidad no es tan fácil. Justo lo que quiero, que no sea fácil. Recuerde que una vez usted me dijo en Skopje: «Gonda, quieres beber el cáliz (15) hasta la última gota». No sé si en aquel tiempo pensaba como lo hago ahora, pero ahora sí, alegremente e incluso sin una lágrima […] Eso no es tan fácil cuando una persona tiene que estar de pie desde la mañana hasta la noche. Pero aun así, todo es por Jesús; de esta manera todo es hermoso aun cuando sea difícil. Tengo un sueño terrible esta tarde, así que por favor perdóneme por escribirle de este modo—pero si no termino hoy, mañana será demasiado tarde. Por favor salude cordialmente al Padre Vizjak—hoy le he enviado unos libros.
Rece mucho por mí siempre.
Sinceramente en JesúsS. M. Teresa IBVM” (16)
* Con un humor muy crítico consigo misma, Madre Teresa observa que su orgullo se interpone en el camino de su total pertenencia a Jesús, y se refiere irónicamente a su «reverendo» o exaltado yo.
Puesto que Madre Teresa anhelaba la completa unión con Cristo, que sufrió en la Cruz, ella—Su pequeña esposa—no podía hacer otra cosa que estar unida a Él en Su sufrimiento. Si ella no podía quitarle Su dolor, entonces estaría allí, por así decirlo, con Él en la Cruz. Al hacer la elección de compartir la carga de su Amado, acogió las cruces que acompañaban su constante entrega de sí misma. El desafío diario de lucha para superar sus faltas fue también una parte de la cruz de Madre Teresa. Confió a su ex confesor su esfuerzo para vencer el orgullo; sin embargo, casi sin darse cuenta, había salido victoriosa de muchas batallas. Mientras ella se lamentaba de «la misma Gonxha orgullosa», otras estaban impresionadas por su humildad. La hermana Gabriela, una de las amigas de infancia de Skopje, y ahora compañera en Loreto, escribió al padre Jambrekovic el mismo día:
“Creo que Jesús ama mucho a la Hermana Teresa. Estamos en la misma casa. Me doy cuenta de que todos los días intenta agradar a Jesús en todo. Está muy ocupada, pero no escatima esfuerzos. Es muy humilde. Le costó mucho alcanzar esto, pero creo que Dios la ha escogido para grandes cosas. Hay que admitir que sus acciones son totalmente sencillas, pero la perfección con la que las hace, es precisamente lo que Jesús pide de nosotros.”(17)
Madre Teresa se esforzaba de veras por «beber el cáliz hasta la última gota» al vivir su compromiso «de ser sólo toda para Jesús». Otra hermana de su comunidad afirmaba: «Estaba muy, muy enamorada de Dios Todopoderoso.» (18)
«Voy a darles alegría»
Después de sus votos perpetuos, Madre Teresa volvió a sus tareas en la escuela de St. Mary con su entusiasmo característico. Volvió a enseñar y a desempeñar las actividades normales de cada día para una religiosa de Loreto. Una de sus compañeras destacaba de ella: «Era una trabajadora muy tenaz. Mucho. Siempre lista para esto o para aquello. Nunca quería excusarse de nada, siempre estaba dispuesta.» (19)
Los domingos visitaba a los pobres en los barrios marginados. Este apostolado* que ella misma eligió, le dejó una huella profunda.
* Este término, derivado de la palabra «apóstol» (el que es enviado a una misión) se refiere al trabajo de llevar la gente a Cristo y a Su obra de salvación. La palabra «apostolado» también se refiere al trabajo específico realizado por miembros de una congregación religiosa, tal como lo estableció el fundador o la fundadora.
“Cada domingo visito a los pobres en los barrios más miserables de Calcuta. No les puedo ayudar, porque no tengo nada, pero voy a darles alegría. La última vez unos veinte pequeños estaban esperando ansiosamente a su «Ma».**
Cuando me vieron, corrieron a mi encuentro, incluso brincando sobre un solo pie. Entré. En ese para—así es como se llama aquí a un grupo de casas—vivían doce familias. Cada familia tiene sólo una habitación, de dos metros de largo y un metro y medio de ancho. La puerta es tan estrecha que apenas podía entrar, y el techo es tan bajo que no me podía poner de pie […].Ahora no me asombro de que a mis pobres pequeños les guste tanto su escuela, y de que tantos de ellos tengan tuberculosis. La pobre madre [de la familia visitada] no profería ni una palabra de queja siquiera sobre su pobreza .Fue muy doloroso para mí, pero al mismo tiempo me sentí muy feliz cuando vi que ellos se alegraban con mi visita. Finalmente, la madre me dijo: «¡Oh, Ma, venga otra vez! ¡Su sonrisa ha traído el sol a esta casa!»”(20)
** Una religiosa de Loreto con votos perpetuos no era llamada con el bengalí «Ma», sino con el inglés «Madre». Fue el amor de Madre Teresa hacia su gente lo que le granjeó el oportuno título de «Ma», una expresión de su cercanía y afecto hacia ella.
A sus amigos de Skopje les reveló la oración que susurraba en su corazón mientras volvía al convento:
«¡Oh Dios, qué fácilmente les hago felices! ¡Dame fuerza para ser siempre la luz de sus vidas y así guiarles hacia Ti!»(21)
No podía imaginar que menos de una década más tarde, su oración sería respondida: dedicaría no sólo su tiempo libre, sino toda su vida a los pobres, llegando a ser un faro para ellos mediante su amor y compasión.
________________________________________
• Notas del Capítulo 1. «Pon tu mano en Su mano, y camina sola con Él»
(1). Instrucción de Madre Teresa a las hermanas Misioneras de la Caridad, 24 de mayo de 1984.
(2). Instrucción de Madre Teresa a las hermanas M. C, 1992.
(3). Madre Teresa a Malcolm Muggeridge, citado en Malcolm Muggeridge, Something Beautiful for God (Harper & Row Publishers, Nueva York, Londres, 1971), p. 84. Madre Teresa de Calcuta (Sigúeme, Madrid, 1979).
(4). Madre Teresa al padre Neuner, 24 julio de 1967.
(5). Madre Teresa al arzobispo Périer, 25 de enero de 1947.
(6). Hermana Teresa, del mar Mediterráneo a Blagovijest (periódico católico local de Skopje), 25 de marzo de 1929, pp. 3-4.
(7). Hermana Teresa a Katolicke Misije (revista de misiones publicada por los Jesuítas en Yugoslavia), 6 de enero de 1929, p. 58.
(8). Hermana Teresa a Anka Cavcic, 1931.
(9). Hermana Teresa a Blagovijest, noviembre de 1932. Cf. Mateo 28, 19. Las citas bíblicas se toman de la Biblia de Jerusalén, salvo que se indique otra cosa.
(11). Cf. Lucas 2, 51 y Mateo 27, 33.
(12). Hermana Teresa al padre Franjo Jambrekovic, 8 de febrero de 1937. La Hermana Teresa solía firmar su nombre en la lengua en la que escribía. Para evitar confusiones su nombre se ha sustituido por su original «Teresa».
(13). «Cuando en el corazón aumenta más la caridad, el temor a los sufrimientos disminuye, siendo mayor el del pecado. Cuanto más unidos estamos a Dios por la caridad más nos hace temblar en el momento de ofenderle, y es mayor nuestra confianza en aquel que nos ama y nos atrae hacia sí». R. Garrigou-Lagrange, O.P., Las tres edades de la vida interior I: preludio de la del cielo (Palabra, Madrid, 1995) p. 1046.
(14). Hermana Teresa al padre Franjo Jambrekovic, S. J., 8 de febrero de 1937.
(15). Cf. Mateo 20, 22 y 26, 39, 42.
(16). Madre Teresa al padre Jambrekovic, 25 de noviembre de 1937.
(17). Hermana Mary Gabrielle I. B. V. M. al padre Jambrekovic, 25 de noviembre de 1937.
(18). Testimonio de la hermana M. Francis Michael Lyne, I. B. V. M.
(19). Hermana Maric-Thérése, I. B. V. M. lo cita en Navin Chawla, Mother Teresa (Element Books, Rockport, 1996), p. 12.
(20). Madre Teresa a Katolicke Misije (octubre de 1937), p. 25.
(21). Ibid.
• NOTA:
Sobre la Madre Teresa he publicado otros posts en este mismo blog. Puedes leerlos en esta dirección: https://observandoelparaiso.wordpress.com/tag/madre-teresa/
________________________________________