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746. El océano abestiado

Las olas golpean con fuerza la playa, la resaca deja huellas impetuosas que se borran con la siguiente ola portentosa, y, mientras una niña rebusca entre las conchas con la mirada partida entre los tesoros del suelo y la amenaza de mar embravecido, aparecen tres barcos de papel como ballenas gigantes levitando a dos metros por encima del océano abestiado y unas gaviotas audaces dan la voz de alarma; pues sabed que criaturas arcanas se revuelven en la profundidad.

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747. Territorios soñados

El viento sopla, las olas rugen, mis pies mojados a orilla del océano abestiado y yo queriendo explorar territorios soñados; en lo alto vuelan ballenas azules. En el horizonte una luz que brota mientras el cielo atruena y allí una criatura portentosa acechando. A nuestro alrededor surgen visiones prodigiosas, escenas imposibles, inalcanzables mas no irreales por más que nuestros sentidos aspiren a confundirnos; sé que lo alcanzaremos, que no desistiremos en nuestro propósito pues, al fin y al cabo, seguimos soñando.

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748. Aerodeslizadores

Con el paso del tiempo los avances tecnológicos consiguieron que los automóviles fueran cada vez más sofisticados, más seguros, más potentes y funcionales. Sin embargo, el avance más espectacular fue conseguir que levitaran, de forma que ya no tocaban el suelo al correr; todos nos alegramos y quedamos asombrados al ver el primer coche aerodeslizador. Bueno, todos menos los fabricantes de neumáticos, claro.

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749. Prototipos

―A ver… «la válvula de radiación no debe acoplarse al sistema de levitación antigravitatorio sin antes ajustar la cutícula al nivel crítico habitual para sistemas inestables»… ¡Madredelamorhermoso!…, cada vez son más complicados estos prototipos; ¡cómo echo de menos los dirigibles aerostáticos de antaño! –exclamó la especialista en turbopropulsores siderales al leer el manual de servomecanismos robóticos.

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750. A lo profundo

Miro a lo profundo y, ¡oh, dulce sinsentido!, mil besos de la luna acribillan mi mirada vagabunda; con cantos y suspiros los pájaros imitan inconscientes la llamada del eco nebuloso, mientras la cúpula celeste centellea con inflamables destellos inagotables; y, entre nubes indomables, el fuego de los dioses anuncia prominente la presencia portentosa de ángeles y demonios. La vida llama a la vida, siempre; la muerte, a la muerte; pero no te inquietes, tranquilo, pues la luz del día desmorona todo signo inadecuado.

©Luis Jesús Goróstegui Ubierna
@ObservaParaiso
#CuentosSinImportancia